domingo, 9 de junio de 2013

Consciencia corporal - Consciencia de si mismo – consciencia del otro – consciencia del espacio

Consciencia corporal - Consciencia de si mismo – consciencia del otro – consciencia del espacio
Joaquín Benito Vallejo




Palabras clave
Apoyos – forma  - volumen – tensión – colocación – temperatura – respiración – latido – espacio envolvente próximo anterior posterior objetos – espacio de los otros – del otro – cuerpo del otro – tono – respiración –

La consciencia del espacio es necesaria para la consciencia del otro / otros, porque en el espacio también se encuentra el otro, los otros.

La consciencia corporal se lleva acabo mediante el movimiento y el tacto fundamentalmente.  El movimiento es la función más activadora de esa consciencia al transmitir el máximo de informaciones sobre la actividad corporal, muscular, articular, tendinosa, segmentaria, etc. 
Y también sobre el estado de ánimo y emocional, porque estos se reflejan en el cuerpo.

El cuerpo y el movimiento son la materia y la acción donde se inscriben las emociones. Sentirse pesado, tenso, rayado, liviano, despistado, etc. 
Son los reflejos de las emociones. Y por otra parte, a través del movimiento tomamos consciencia del espacio, del espacio en que nos movemos, del espacio que compartimos, -la kinesfera-.

Con el movimiento se ejerce un continuo juego de tensiones musculares, a través de las cuales puede despertarse la consciencia no solo de la tensión, sino del volumen, de la temperatura, del espacio interno del cuerpo, etc.

La consciencia debe estar en el conjunto de nuestro cuerpo y en cada una de sus partes ejerciendo su función. Durante el movimiento las partes activadas son todas, pero de manera diferente. Aunque siempre de manera interrelacionada. (Y todo lo que hacemos en la vida diaria es movimiento.)

Ser conscientes en cada momento, del cuerpo en relación con el movimiento, es estar presentes en nuestro cuerpo, estar presentes en nuestro yo, en nuestro serEn el aquí y en el ahora. 

No estar en nuestro ser en cada instante, significa estar perdido, distraído, disperso. Es propio de las situaciones de estrés. O de enajenamiento, y de alguna forma de alienación. El estar presente corporal y conscientemente, nos equilibra, nos tranquiliza, nos hace más disponibles hacia uno mismo, hacia los otros, y la acción.

Estar disponible es estar atento y receptivo hacia lo que uno mismo y los demás necesitan y desean. Estar disponible significa, darse. Darse a sí mismo y darse a los demás.

Estar presente, ser consciente, es sentir al cuerpo de modo global y unitario, a la vez que en cada una de sus partes en su función, -decíamos antes-.

Ser consciente a nivel global es sentir y percibir el cuerpo entero desde los pies a la cabeza, en su posición, en su acción o movimiento, en su ocupación del espacio, en su relación con los demás.

Su posición, en principio, parte de la verticalidad, estemos erguidos de pie o sentados o caminando. Si estuviéramos acostados la posición base sería la horizontalidad.

La primera observación podría ser si nos encontramos en la posición vertical, y  cómo y de qué manera. 
¿Todo el cuerpo mantiene esa alineación? ¿Todas las partes? Una observación posterior y consecuente sería ¿Qué sensación, emoción, sentimiento… me suscita esa posición? En principio, esta observación es muy difícil, no estamos acostumbrados a ejercerla.

En un segundo momento o fase podemos empezar a observar cada parte del cuerpo en esa posición.
La consciencia corporal durante las clases o ejercicios de movimiento es una. 
Pero yo quiero referirme aquí a otra, a la consciencia fuera de esas situaciones oportunas. Quiero referirme a la consciencia en la vida cotidiana, cuando no estamos participando exactamente en esas clases de movimiento. 
La consciencia cotidiana puede ser una consecuencia de las clases o no. 
Puede haber consciencia en las clases pero quedarse ahí sin ser llevada  a la vida cotidiana.  Y puede darse en la vida cotidiana sin haberlo aprendido en clases especiales, sino que se ha aprendido en la misma vida.

Ser consciente corporal en la vida cotidiana significa sentir como  caminas, te sientas, estás,  y además, ser  consciente  del entono que te rodea y de las personas que hay en él.

Ser consciente del propio cuerpo, del propio ser, implica ser consciente del cuerpo de los otros y del espacio que ocupamos. Lógicamente, la consciencia del propio cuerpo nunca puede ser igual  que la consciencia que tengo del cuerpo del otro, del otro ser, de la otra persona corporal.  No, porque los canales perceptivos utilizados son distintos en cada caso. En la percepción del propio cuerpo son fundamentales los canales interoceptivos y propioceptivos, mientras que en la consciencia del otro así como del espacio, se activan los canales exteroceptivos.

En la consciencia corporal propia tanto estando estático, -erguido, sentado, echado también pero quizá menos, como desplazándose, es significativo sentir los apoyos con el suelo, el volumen global del cuerpo, la ubicación de cada parte dentro del conjunto corporal, la tensión muscular global y la tensión de cada zona en particular, la  respiración. 

Al desplazarse, al caminar, la consciencia ha de estar además, en la forma en que se mueven las distintas partes del cuerpo dentro de la unidad corporal, y hay que dar más importancia al espacio por el que nos desplazamos y que ocupamos, y de cómo ese espacio está ocupado además por objetos, aparatos y otras personas. Sobre todo en las ciudades donde pueden existir aglomeraciones grandes, en algunas calles comerciales y en los medios de transporte entre los que destaca el metro. 

En las calles la consciencia del espacio permite que no nos golpeemos con el mobiliario callejero y sobre todo que no golpeemos o nos metamos en el espacio personal de otras personas, lo que supone una invasión de su kinesfera, de su espacio personal inherente a su propia persona. Se trata de compartir un espacio común, de ambos o de todos, sin perjudicar a los demás. Esto nos exige también percibir el ritmo de los desplazamientos, acomodarnos a ellos, a veces ir más rápido y otras más lento, a veces acelerar y otras, frenar.

Cuando además nos desplazamos portando con nosotros otros objetos, que es lo habitual, bolsos, mochilas, carros de compra, maletas, paraguas, u otros objetos más difíciles aún, como por ejemplo, un objeto largo y alargado como un palo, barra,  o similar, la consciencia ha de estar además en el tamaño y espacio que ocupan esos objetos, así como la forma de llevarlos, para evitar y prevenir que con ellos no golpeemos o hagamos daño a otras personas.

Puede parecer una tontería, o una mínima y básica regla de educación, pero en general se tiene poca consciencia de esto por lo que molestamos a las otras personas que ocupan accidentalmente el mismo espacio que nosotros. Es fácil verlo a diario. Personas que nos atropellan o que atropellamos. Personas que nos empujan o que empujamos. Sobre todo en el metro es muy habitual ver gente con mochilas que se la está metiendo literalmente por las narices a otras personas. Si hay una cierta dificultad en percibir el espacio a nuestro alrededor, la zona más difícil es la espalda. Aquí, la poca consciencia que podamos tener desaparece por completo. Por ello, como apuntaba antes, hay que ser conscientes también de cómo hay que portar los objetos para tener más percepción de ellos, y para colocarlos donde menos podamos molestar a los otros. 

También la forma de llevarlos, debe ser la que menos molestia nos cause a nosotros, pero los demás deben ser más importantes que nosotros en esto.
Desarrollar este tipo de consciencia no significa solamente tener una mínima regla de “urbanidad” o de educación con los otros, significa mucho más, significa que el ego, esté en concordancia con los otros.
Estos aspectos los desarrollamos en las clases para aplicarlos posteriormente a la vida cotidiana.



Cuando se trata de cuidar o acompañar,  a enfermos, ancianos o niños, o trabajar terapéuticamente con otra persona, así como con ejercicios en clase entre parejas, tratamos de desarrollar estos aspectos: consciencia corporal propia, consciencia del movimiento, consciencia del espacio, consciencia del otro/s, consciencia del espacio compartido, consciencia del ritmo de uno y otro. Así como la adaptación al otro, la compartimentación con el otro, sin dejar de ser uno mismo, sin perder la propia identidad.